La lucha contra la lobesia
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Iniciar el combate contra la polilla de la vid resulta esencial para solucionar problemas con miras a la próxima cosecha y posteriores. El Gobierno Nacional, en colaboración con la Provincia, ha destinado más de 10 millones de dólares para combatir el flagelo.
Pasaron siete años desde que la plaga llegó a la Argentina y ahora el Gobierno nacional, ante el pedido de los productores y funcionarios provinciales, derivó una importante suma de dinero para iniciar el combate contra la lobesia botrana, vulgarmente conocida como la polilla de la vid.
Se trata de una decisión fundamental en razón de que el problema, que en un primer momento se había circunscripto a unas 250 hectáreas en la zona de Maipú, fue ampliándose hasta abarcar a los distintos oasis agrícolas mendocinos e inclusive llegó a San Juan.
Con un aspecto no menos importante, como es el hecho de que en la lucha se utilicen elementos (feromonas) que no son contaminantes y que son las recomendadas desde el plano de la ecología.
La polilla de la vid era un problema desconocido tanto para la Argentina como para esta parte del continente, pero que había causado estragos en decenas de miles de hectáreas en Europa.
El insecto llegó a Chile a través de máquinas cosechadoras que suelen ser rentadas en el vecino país, aprovechando la contra estación con Europa.
Una vez detectado el problema, Chile declaró la alerta amarilla y advirtió a la Argentina -con alerta roja- cuando la polilla llegó a la zona de Los Andes, a pocos kilómetros del límite.
Sin embargo y por una carencia de controles efectivos por parte de los organismos pertinentes, la polilla ingresó a la Argentina de la misma forma en que lo hizo a Chile: a través de las máquinas cosechadoras.
En un principio la plaga se "instaló" en una reducida zona de Maipú pero, como consecuencia de la falta de cuidados de parte de los propios productores y otros actores de la industria, se extendió a toda la provincia.
De acuerdo con un informe del Observatorio Vitivinícola, la polilla no afecta la calidad de los caldos pero tiene efectos importantes en los cultivos, generando menores cosechas (un promedio del 30 por ciento en las más de 50 mil hectáreas afectadas); un crecimiento constante en cuanto a la superficie afectada; los niveles de población de la polilla son cada vez más altos; su desarrollo favorece el ataque de hongos patógenos que provocan podredumbre en el racimo; puede producir daños en otros cultivos como cerezos, damascos, durazneros, manzanos, perales, ciruelas y olivos; la utilización de agroquímicos para combatirla pueden provocar un impacto ambiental negativo; la detección de agroquímicos puede llegar a significar una futura pérdida de mercados y nuevos costos y gastos para los productores, esencialmente en aquellos que destinan su producción a las uvas de mesa, entre otros daños.
Teniendo en cuenta esos aspectos es que resulta fundamental la decisión del Ministerio de Agroindustria de la Nación de destinar más de 10 millones de dólares para combatir la lobesia, monto que será destinado a la adquisición de difusores de feromona sintética.
Tres millones de difusores serán destinados a San Juan y 22 millones para Mendoza, aclarando el propio ministerio que el control de plagas mediante el método de confusión sexual con feromonas "es reconocido por su eficacia y a la vez recomendada en cultivo ecológico".
Es importante señalar también que en la iniciativa participan distintos organismos, como el Senasa y el INTA, a quienes se suman las provincias y los propios productores, que en un total de 15 mil se han inscripto con el objetivo de cubrir unas 130 mil hectáreas.
Los aspectos llevan a la conclusión de que la lucha contra el flagelo se ha instalado entre las autoridades y productores, lo que permite anticipar que pueden alcanzarse resultados positivos en el corto plazo, como ha sucedido en Europa, donde prácticamente ha sido erradicado y en Chile, con importantes avances en la materia.
Fuente: http://www.losandes.com.ar/article/la-lucha-contra-la-lobesia
Se trata de una decisión fundamental en razón de que el problema, que en un primer momento se había circunscripto a unas 250 hectáreas en la zona de Maipú, fue ampliándose hasta abarcar a los distintos oasis agrícolas mendocinos e inclusive llegó a San Juan.
Con un aspecto no menos importante, como es el hecho de que en la lucha se utilicen elementos (feromonas) que no son contaminantes y que son las recomendadas desde el plano de la ecología.
La polilla de la vid era un problema desconocido tanto para la Argentina como para esta parte del continente, pero que había causado estragos en decenas de miles de hectáreas en Europa.
El insecto llegó a Chile a través de máquinas cosechadoras que suelen ser rentadas en el vecino país, aprovechando la contra estación con Europa.
Una vez detectado el problema, Chile declaró la alerta amarilla y advirtió a la Argentina -con alerta roja- cuando la polilla llegó a la zona de Los Andes, a pocos kilómetros del límite.
Sin embargo y por una carencia de controles efectivos por parte de los organismos pertinentes, la polilla ingresó a la Argentina de la misma forma en que lo hizo a Chile: a través de las máquinas cosechadoras.
En un principio la plaga se "instaló" en una reducida zona de Maipú pero, como consecuencia de la falta de cuidados de parte de los propios productores y otros actores de la industria, se extendió a toda la provincia.
De acuerdo con un informe del Observatorio Vitivinícola, la polilla no afecta la calidad de los caldos pero tiene efectos importantes en los cultivos, generando menores cosechas (un promedio del 30 por ciento en las más de 50 mil hectáreas afectadas); un crecimiento constante en cuanto a la superficie afectada; los niveles de población de la polilla son cada vez más altos; su desarrollo favorece el ataque de hongos patógenos que provocan podredumbre en el racimo; puede producir daños en otros cultivos como cerezos, damascos, durazneros, manzanos, perales, ciruelas y olivos; la utilización de agroquímicos para combatirla pueden provocar un impacto ambiental negativo; la detección de agroquímicos puede llegar a significar una futura pérdida de mercados y nuevos costos y gastos para los productores, esencialmente en aquellos que destinan su producción a las uvas de mesa, entre otros daños.
Teniendo en cuenta esos aspectos es que resulta fundamental la decisión del Ministerio de Agroindustria de la Nación de destinar más de 10 millones de dólares para combatir la lobesia, monto que será destinado a la adquisición de difusores de feromona sintética.
Tres millones de difusores serán destinados a San Juan y 22 millones para Mendoza, aclarando el propio ministerio que el control de plagas mediante el método de confusión sexual con feromonas "es reconocido por su eficacia y a la vez recomendada en cultivo ecológico".
Es importante señalar también que en la iniciativa participan distintos organismos, como el Senasa y el INTA, a quienes se suman las provincias y los propios productores, que en un total de 15 mil se han inscripto con el objetivo de cubrir unas 130 mil hectáreas.
Los aspectos llevan a la conclusión de que la lucha contra el flagelo se ha instalado entre las autoridades y productores, lo que permite anticipar que pueden alcanzarse resultados positivos en el corto plazo, como ha sucedido en Europa, donde prácticamente ha sido erradicado y en Chile, con importantes avances en la materia.
Fuente: http://www.losandes.com.ar/article/la-lucha-contra-la-lobesia
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